Es posible que haya oído alguna vez una frase que dice algo así como "hay poder en una mujer que ora". Frases como ésta son bastante comunes y suenan un poco a "cristiano-eso" (sustantivo: un lenguaje hablado dentro de los círculos cristianos que es extraño, irrelevante o incluso ofensivo para los no cristianos). Es el tipo de eslogan que se imprime en la parte trasera de las camisetas o en las pegatinas de los parachoques, como "Jesús te ama" o "Deja ir y deja a Dios" o "Sin Jesús, no hay paz; conoce a Jesús, conoce la paz". Son el tipo de afirmaciones que se diluyen con el uso excesivo y que los que las leen no tardan en despreciar por ingenuas y tópicas - incluso los cristianos. Especialmente los cristianos.
Como cristiano, es fácil no prestar atención a frases que has oído millones de veces, o considerarlas afirmaciones superficiales diseñadas para hacerte "sentir bien" sin comunicar nada importante. Pero la pura verdad es que hay poder en una mujer que ora. O debería decir... hay poder DETRÁS de una mujer que ora.
Ana es una de las mujeres de oración más notables de la Biblia, cuyas humildes oraciones de angustia y dolor se encontraron con respuestas de Dios que fueron más allá de todo lo que ella pidió. Ana era una mujer estéril que era acosada por la otra esposa de su marido por no poder tener un hijo. Todo lo que quería -el mayor deseo de su corazón- era tener un hijo y poner fin a su angustia. Derramó su corazón y su alma ante el Señor, orando con gran angustia y dolor para que Dios le permitiera tener un hijo (1 Samuel 1:15,16).
No es casualidad que el libro de 1 Samuel comience, no con la palabra de un profeta o el anuncio de un rey, sino con la oración de una mujer fiel y contrita. Las oraciones de Ana demostraban apertura y voluntad de ser un recipiente de la liberación y el poder de Dios en un contexto de corrupción y apatía espiritual. Dios no sólo escuchó la sincera oración de Ana, prometiendo a través de Elí conceder su petición, sino que fue más allá de lo que ella hubiera podido imaginar. A través de las oraciones de Ana, Dios cambió el curso de la historia al darle un hijo -Samuel- que restauraría la fe de Israel como profeta.
Como ves, una mujer que reza tiene poder, no por lo que pide, sino por Aquel que la escucha. El simple acto de fe en la oración invita a Dios a obrar en nuestras vidas en colaboración con nosotros. Como dijo Gift Gugu Mona: "El poder de una mujer que ora no depende de lo que pueda hacer con sus propias manos, sino de la poderosa Mano de Dios". La fuerza de una mujer que ora es insondable, su belleza es innegable y su espíritu es inquebrantable".
La oración es quizá el arma y la herramienta más poderosa que tenemos a nuestra disposición como cristianos, y sin embargo, ¡cuántas veces la descuidamos! Preferimos malgastar nuestro precioso tiempo en ocio y entretenimiento que pasar unos momentos en comunión con Dios, la fuente de nuestra fuerza, apoyo y consuelo, Aquel que puede mover montañas, partir mares y devolver la vida a los muertos.
Es un gran privilegio derramar nuestros corazones ante Dios, y saber que Él siempre escuchará nuestras oraciones (1 Juan 5:14). ¿Qué oportunidades, qué milagros, qué poder podríamos ver en el mundo si fuéramos un pueblo de oración?
https://record.adventistchurch.com/2024/02/29/the-prayer-of-a-faithful-woman/