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Discipulado: Yendo más allá del bautismo

Cuando Jesús después de resucitado instruyó a sus discípulos “vayan y hagan discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:19, NVI),1 estaba comisionando a los discípulos para una misión mundial. Desde entonces, el evangelismo, el llegar a los no alcanzados, la plantación de iglesias y el crecimiento de la iglesia se han convertido no solo en una opción para la comunidad de fe, sino en una directiva fundamental, que construye la fe y apresura el reino.

El primer cumplimiento de esta comisión evangelística ocurrió el día de Pentecostés, unos 40 días después de la resurrección, y 10 días después de la ascensión de Jesús, cuando la fuerza poderosa del Espíritu Santo descendió sobre los discípulos, y llevó a Pedro a proclamar que Jesús era el Mesías prometido y predicho en el Antiguo Testamento (Hechos 2:14-40). Ese sermón propulsó a la comunidad de Jesús de unos 120 creyentes (Hechos 1:15) a una iglesia masiva que incluía a unos 3000 nuevos creyentes (Hechos 2:41).

El crecimiento numérico en la membresía de la iglesia es importante. Es por eso que tenemos el evangelismo, los blancos de bautismo, las predicaciones organizadas, el esparcimiento de literatura evangelística como hojas de otoño, el testimonio personal, los programas de participación total de los miembros, etc. Si bien el crecimiento en número es digno de ser alcanzado y es motivo de agradecimiento, el avance en el discipulado es más importante. De ahí que el Espíritu Santo testifica del milagro en Jerusalén, del grupo emergente de creyentes que salió de la oscuridad a la maravillosa luz del evangelio, diciendo de ellos: “Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración” (Hechos 2:42).

Reflexiona un poco acerca de este versículo y descubre el secreto y la fuerza de convertirse al discipulado. La primera cosa que hicieron los nuevos discípulos fue dedicarse a varios ingredientes vitales que componen el discipulado. La palabra española consagrado es una buena traducción. Significa lo mismo para nosotros hoy que lo que significaba en griego para Lucas y su generación. La palabra enfatiza unirnos en uno solo, estar comprometidos de todo corazón y estar enfocados.

Consagrado es realmente la palabra perfecta para describir el interés y el compromiso de los nuevos discípulos con una forma de vida nueva y transformada. Estos discípulos se dedicaron a cuatro aspectos principales del discipulado: la enseñanza de los apóstoles, la comunión, el partimiento del pan y la oración. Su interés no era casual o a medias, ni tampoco era algo accesorio al resto de sus vidas. Su interés y participación era total, sin vacilaciones e inamovible.

Hechos 2:42 nos dice que el discipulado, desde el primer día, significa que nuestra vida devocional cambia de lo que era antes que fuéramos discípulos. No estamos hablando del tipo de vida devocional que no se extiende más allá de un tiempo breve que nos reservamos para pasar a solas con Dios cada día. Estamos hablando de a qué dedicamos nuestras vidas en general. Estamos hablando del enfoque de transformación del recorrido de nuestra vida.

Gran parte del mundo le brinda su máxima dedicación al dinero o al poder, al sexo o la política, al activismo o patriotismo, o cualquier otra cantidad de cosas. Cuando uno se convierte en discípulo de Jesucristo, sin embargo, las prioridades deben cambiar drásticamente.

Eso es lo que les ocurrió a los 3000 nuevos discípulos en Hechos 2. Dieron prioridad a la devoción a Jesucristo por encima de todas las otras atracciones o distracciones. Actuando en favor de esa prioridad, la comunidad de fe en Jerusalén se dedicó a cuatro características esenciales de la vida cristiana: las enseñanzas de los apóstoles, la comunión, el partimiento del pan y la oración.

Esto no significa que no se dedicaran más a la familia, la comunidad, los trabajos y otros aspectos importantes de la vida, sino que reconocieron que para convertirse en discípulos plenamente dedicados a Jesucristo, debían superar la atracción del mundo, para asirse de Cristo y caminar en el elevado llamado de la nueva vida en Él.

DEDICADOS A LAS ENSEÑANZAS DE LOS APÓSTOLES

El primer indicador de este llamado superior entre los nuevos creyentes fue su devoción a las enseñanzas de los apóstoles. ¿Qué enseñaban los apóstoles? No debemos mirar más allá de la arrojada y valiente proclamación de Pedro (Hechos 2:14–40) de que Jesús —el Maestro, Crucificado, Resucitado y Ascendido— era el Mesías, el Salvador del mundo, el cumplimiento de la predicción profética y la anticipada esperanza del Antiguo Testamento. “Con una fe y una seguridad que nunca habían conocido antes, aceptaron las enseñanzas de la Palabra Sagrada. Ya no era más para ellos un asunto de fe el hecho de que Cristo era el Hijo de Dios.

Sabían que, aunque vestido de la humanidad, era en verdad el Mesías, y contaban su experiencia al mundo con una confianza que llevaba consigo la convicción de que Dios estaba con ellos”.2

Así, los primeros creyentes se dedicaron al estudio de quién era Jesús y qué significaba para la comunidad de fe. Reconocieron que no eran llamados a una fe ciega sino a una fe realista. Reconocieron que necesitaban crecer en el conocimiento de Jesús y su camino. Sintieron su necesidad de ser educados en el discipulado. Por lo tanto, se convirtieron humildemente en aprendices de aquellos con autoridad espiritual. Al aprender de los doce, ellos también buscaban llegar a ser fieles discípulos de Jesús, y se planteaban las preguntas básicas del discipulado: ¿Quién posee nuestro corazón? ¿Con quién están nuestros pensamientos? ¿De quién nos gusta hablar? ¿Para quién son nuestros más ardientes afectos y nuestras mejores energías? Si somos de Cristo, nuestros pensamientos están con Él y le dedicamos nuestras más gratas reflexiones. Le hemos consagrado todo lo que tenemos y somos. Anhelamos ser semejantes a Él, tener su Espíritu, hacer su voluntad y agradarle en todo”.3.

Los discípulos son personas que aprenden continuamente de los demás, incluso luego que ellos mismos se convierten en maestros. El momento en que dejamos de aprender de los demás dejamos de ser discípulos de Cristo totalmente dedicados. Los discípulos son aprendices devotos, aprendices constantes, estudiantes permanentes, y buscan a aquellos que pueden ser llevados al discipulado. ¿No mandó el Maestro, “vayan y hagan discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:19)?

DEDICADOS A LA COMUNIÓN

En segundo lugar, aquellos primeros creyentes se dedicaban a una confraternización que se desarrolló como resultado de unirse en confesar que Jesús era su Señor y Salvador. Los conversos de Pentecostés reconocieron que ser discípulos de Cristo no era una actividad individual. Aceptaron ser una pequeña parte de un cuerpo más grande que funciona en unidad y unicidad con Cristo. El discipulado requiere que como cristianos, desarrollemos relaciones con otras personas, que establezcamos confianza con otros creyentes, que resolvamos los conflictos, y que aprendamos a vivir juntos en armonía.

La idea entera del discipulado se derrumba cuando tratamos de hacerlo solos. No hay tal cosa como “comunión virtual”. Facebook puede llenar un nicho en compañerismo, aunque no uno muy grande. Los discípulos no son solitarios, aprenden a vivir juntos. Cuando hay luchas dentro del cuerpo, los verdaderos discípulos no buscan la salida o planean un golpe; trabajan para resolver la situación, son compañeros de equipo, jugadores del mismo equipo. Entre los discípulos no debe existir la persona que se sienta sola.

DEDICADOS A COMPARTIR EL PAN

Tercero, los nuevos creyentes se dedicaban al “partimiento del pan”. Esto bien puede referirse a la celebración de la Cena del Señor (1 Corintios 10:16), que indudablemente la iglesia primitiva observaba. Pero la referencia también puede significar el acto de comer juntos, como se describe en Hechos 2:46. Sin embargo, no sería que se dedicaban simplemente a comer. Una comparación de Hechos 2:42 con el versículo 46 parece indicar que la “partición del pan” conlleva un nuevo significado, haciendo hincapié en un espíritu de unión e intimidad sin paredes divisorias, característica de la temprana comunión entre los santos (ver Efesios 2:14 y 15).

Los discípulos se dedican no solo a la asociación sino también a la cercanía entre ellos. Son miembros de una familia, llamados a ser uno en la comunión salvadora de Jesucristo. El comer juntos simboliza una relación más profunda, y la maduración de tal relación. Entre los verdaderos discípulos, el hambre ―ya sea de comida o relaciones― no debiera existir.

DEDICADOS A LA ORACIÓN

Por último, los discípulos de Hechos 2:42 se dedicaban a la oración. Reconocieron en la oración la acción, la parte misional del discipulado. Vieron en la oración el desatar de los poderes del cielo en el gran conflicto entre el bien y el mal. Los discípulos son guerreros de oración, ellos no solo oran; se dedican a la oración.

Cuando un discípulo se dedica a la oración, él o ella está empuñando la espada del Espíritu (Efesios 6:18).

En el gran conflicto en el que estamos involucrados, no es por la teología o reuniones evangelísticas que avanzamos contra el enemigo; no es por ir a la iglesia o por trabajar duro en nuestras oficinas que avanzamos contra la falsedad; es por la oración, la oración constante.

“La oración es la llave en la mano de la fe para abrir el almacén del cielo, donde están atesorados los recursos infinitos de la Omnipotencia”.4

CONCLUSIÓN

Después de Pentecostés y el resultante aumento de discípulos, los apóstoles se aseguraron de que los nuevos creyentes se dedicaran al estudio de la Palabra de Dios, a la comunión con santos a través de la interacción y el trabajo conjunto, y a la profundización de las relaciones mediante el compartir el pan, y el ponerse la gran armadura de la fe y la oración en el gran conflicto contra Satanás y sus huestes. Sí, los nuevos discípulos eran miembros bautizados. Pero es lo que hicieron después del bautismo lo que tomó el papel protagónico.

La descripción de lo que ocurrió después del bautismo comienza con la etapa de desarrollo cuádruple del discipulado descripta en Hechos 2:42. Todavía sigue siendo una prueba para ser verdaderos seguidores de Jesús, y luego los resultados de su dedicación a la enseñanza de los apóstoles, la confraternización, el compartir el pan y la oración se detallan en hermosas historias que siguen en el libro de Hechos. Lo que llevó al esplendor y al triunfo de la iglesia primitiva no fue simplemente el bautismo de nuevos creyentes, sino también el discipulado que siguió.

Jeff Scoggins (Magíster en Ministerio Pastoral, Universidad Andrews, Michigan, EE. UU.) Se desempeña como Director de Planificación de la Oficina de Misión Adventista en la Asociación General de Adventistas del Séptimo Día en Silver Spring, Maryland, EE.UU. Puede ser contactado en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..

Citación Recomendada

Jeff Scoggins, Discipulado: yendo más allá del bautismo. Diálogo 31.1 (2019) 24-26

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. A menos que se indique lo contrario, todos los pasajes de las Escrituras en este artículo se citan de la Nueva Versión Internacional de la Biblia.
  2. Elena G. White, Los Hechos de los Apóstoles (Mountain View, California: Pacific Press, 1957), 37.
  3. _________, El Camino a Cristo (Nampa, Idaho: Pacific Press, 1993), 58.
  4. Ibid., 95.

https://dialogue.adventist.org/es/3135/discipulado-yendo-mas-alla-del-bautismo

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