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Somos lo que comemos

 

No existen recetas absolutas o milagrosas que garanticen plenamente la salud; pero la mujer, en virtud de las peculiares características hormonales que la protegen de las enfermedades cardiovasculares, tiene possibilidades óptimas de vivir muchos años y en buenas condiciones físicas.

Si vuestro objetivo es añadir salud a la vida no podéis contar solamente con vuestra buena estrella; debéis poner en acción aquellas estrategias preventivas que, más allá de las características genéticas, os permitirán disfrutar de la mejor salud posible.

Para adoptar la estrategia de la prevención, y no sólo la del tratamiento, se requieren una gran determinación y ganas de cambiar muchas de nuestras convicciones y comportamientos. En otras palabras, es necesario cambiar de estilo de vida. Esto último depende de lo que coméis, de las sustancias que introducís en vuestro organismo (alcohol, tabaco, otras drogas), del aire que respiráis, de cómo dormís, de cómo os movéis, de como trabajáis y de lo que pensáis.

Todas estas actividades de la vida cotidiana están estrechamente ligadas al estado de bienestar o de malestar de la persona y, frecuentemente, a la enfermedad. La prevención también incluye realizar revisiones y pruebas específi cas que tienen como objetivo buscar los primeros indicios de enfermedad. Por tanto, las decisiones que tomemos respecto a nuestro comportamiento pueden reforzar o atenuar la predisposición genética a contraer una cierta enfermedad; pueden incluso provocarla o evitarla, pueden ayudar a definir los factores de riesgo. Descubrir precozmente trastornos potencialmente peligrosos para vuestro bienestar os permitirá controlarlos y tratarlos mejor.

La ciencia de la alimentación ha dado cuerpo a la intuición popular demostrando cómo una alimentación equilibrada y responsable nos benefi cia: puede modifi car nuestro humor, la concentración, la calidad del sueño, liberándonos de algunas incomodidades como la cefalea, la somnolencia o ciertas inflamaciones.

Para modificar los hábitos alimentarios es necesario llegar a una disposición madura y consciente, fruto de una educación que hasta ahora ha faltado, que nos aproxime a uma alimentación más natural de manera gradual para facilitar que el organismo se habitúe al nuevo régimen.

No es necesario seguir una dieta constante que obligue a calcular raciones y calorías, pero es indispensable seguir una alimentación variada y equilibrada en función de las necessidades específi cas, estar atentos a las señales del cuerpo, conocer el valor nutricional de los alimentos y aprender a elegirlos; éste es el tipo de información que permitirá utilizar aquéllos que nos benefician y no sólo los que se encuentren en la lista de una dieta.

Reglas de oro para alimentarse sanamente

  • Realizar pequeñas comidas ligeras durante la jornada. En los picoteos de media mañana y de la tarde consumir fruta (incluso en forma de zumo o batido), infusiones o malta. Disminuir la cantidad de comida para no alterar el peso.
  • Variar cuanto sea posible las recetas culinarias.
  • Prestar atención a la combinación de alimentos a la hora de preparar las comidas.
  • Controlar la calidad de los alimentos consumiendo productos integrales biológicos, libres de pesticidas y ricos en nutrientes.
  • Disminuir la cantidad de grasas, eliminando las de origen animal y las elaboradas, dando preferencia al aceite de oliva virgen extra.
  • Reducir al máximo los alimentos ricos em proteínas de origen animal (carne).
  • Elegir, dentro de los lácteos, los quesos frescos desnatados y el yogur natural.
  • Incrementar la cantidad de alimentos vegetales (legumbres, verdura, fruta) y de agua.
  • Lavar cuidadosamente la fruta y la verdura; si la fruta no proviene de cultivos biológicos es necesario pelarla.
  • Disminuir la ingesta de glúcidos y escoger aquéllos que sean complejos y ricos en fibra, prestando especial atención al azúcar oculto (golosinas, alimentos envasados y bebidas).
  • Sustituir el pan blanco por el integral elaborado con levadura natural, que es mucho más digestible.
  • Hacer una comida al día, o en días alternos, a base de cereales integrales (pasta, arroz, cebada, mijo).
  • Empezar cada comida con verduras em ensalada, ya que éstas predisponen al estómago a una mejor digestión.
  • Controlar el uso de la sal común, prefiriendo la sal marina sin refinar.
  • Si padecéis trastornos funcionales (colitis o gastritis), antes de seguir estas indicaciones debéis haber superado estos trastornos.
  • Eliminar el consumo de alcohol.
  • Realizar todas las comidas en un ambiente relajado y tranquilo.
  • Cuidar mucho la masticación.

LA MARCA, Lidia. ¡Siéntete bien! Guía médica natural para la mujer. Madrid: Editorial Safeliz, 2013, pp. 15-16

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