En muchos países del mundo ha llegado la «crisis del coste de la vida», y es real, dolorosa y afecta a casi todo el mundo. La realidad de los altos precios de la energía es un duro golpe que afecta a todos los hogares y empresas. Pero el efecto dominó es el coste de los bienes y servicios. Para fabricar cosas se necesita energía de un tipo u otro, lo que se traduce en un aumento de los costes de bienes y servicios. Como resultado, muchas naciones han experimentado niveles de inflación no vistos en 40 años.

Pero podemos superarlo si realmente estamos todos juntos en esto. Apoyarnos unos a otros y a cualquiera que lo necesite es un valor fundamental de la comunidad cristiana por el ejemplo de Cristo. «Animaos los unos a los otros» (1 Tesalonicenses 5:11, NVI) es sólo uno de los cientos de versículos del Nuevo Testamento con el mismo mensaje: ayuda y apoyo tanto de palabra como de obra.

En los años ochenta, la Real Institución Nacional de Ciegos lanzó una campaña con el lema «Lo que los ciegos necesitan es más té y menos compasión». Nuestra compasión funciona mejor cuando actuamos. Los que «tienen» están en una posición increíble para llevar alivio, esperanza y alegría a los que actualmente luchan. Esto incluye utilizar una domiciliación bancaria mensual para apoyar a un banco de alimentos, un comedor social o una familia. También, encargar una entrega semanal del supermercado o de comestibles a un hogar necesitado, o comprar una tarjeta cada mes para una familia que lucha por pagar sus servicios públicos.

Por otro lado, el primer problema para los que luchan es superar el «orgullo». El caricaturista Ben Jennings, de The Guardian , ilustra de forma increíblemente aleccionadora la realidad actual. Un padre y su hijo se sientan a una mesa vacía, en una cocina vacía. El hijo tiene un plato de comida, pero el padre no. El hijo dice: «Papá, ¿cuándo seré lo bastante mayor para no necesitar más la cena como tú?^»*.

No somos fracasados, sino víctimas de circunstancias económicas nacionales e internacionales que escapan a nuestro control personal. Una visita a un banco de alimentos no es un distintivo de fracaso, sino una actividad piadosa necesaria para proveer y apoyar a la familia en estos tiempos desesperados.

Hubo momentos en mi vida, mientras criaba a una familia joven, en los que iba al cajero automático a retirar fondos una semana antes del día de pago, sólo para leer ese doloroso mensaje «fondos insuficientes». El orgullo me impedía compartirlo con nadie, y recurría a la tarjeta de crédito para solucionar el problema. No lo hizo, sino que empeoró las cosas.

Si tiene problemas ahora mismo, reconozca la realidad, deje a un lado su orgullo y busque ayuda. Si tiene deudas, póngase inmediatamente en contacto con los acreedores para gestionar los reembolsos. Sin duda, las puntuaciones crediticias se verán afectadas y las aspiraciones quedarán en suspenso, pero a medio y largo plazo se pueden reparar. Busque ayuda profesional en un servicio gratuito de asesoramiento sobre deudas, que también le ayudará a elaborar un presupuesto realista. Pero también confía en un amigo íntimo de confianza o en un familiar que pueda acompañarte en este viaje. Recuerdo haber hecho esto, y nuestros amigos compartieron consejos tremendamente útiles y apoyo práctico.

Pero es posible que durante esta crisis nos hayamos quedado sin soluciones. Por eso, también debemos rebuscar en nuestro banco espiritual. Hay una canción que aprendí de niño: «Si puedo ayudar a alguien, entonces mi vida no será en vano». Que Dios me ayude a mí y a cada uno de nosotros a vivir ese valor, especialmente en estos tiempos tan difíciles.

David Neal - Escritor colaborador de Adventist World

^* Benn Jennings on British Parents Skipping Meals, viñeta, The Guardian, 25 de noviembre de 2022.

https://www.adventistworld.org/a-message-for-the-haves-and-the-have-nots/